Alfonso Moreno
Hace apenas un año existía un sentimiento de ilusión y
esperanza en la ciudad de Málaga. El faraónico proyecto que el jeque Abdullah
Al-Thani había planificado para esa temporada, con una inversión de hasta 60
millones y fichajes sonados entre los que destacaban Cazorla, Joaquín y Van
Nistelrooy; el EuroMálaga echaba a rodar.
A pesar de un complicado inicio liguero, el equipo acababa
cuarto clasificado con 58 puntos, la que es la mejor clasificación del equipo
en liga. Puesto que le da opción a jugar la fase previa de Champions.
Pero no todo es de color de rosa, y es que se avecinan tiempos
revueltos para el equipo. El Málaga atraviesa una grave crisis, no sólo
deportiva, sino también institucional. Ya que el jeque no hace frente al pago
correspondiente de la compra del equipo ni de las numerosas deudas que tiene.
En lo deportivo, son las numerosas las bajas: como la de
Ruud Van Nistelrooy, quién anunció su retirada, la
salida de Santi Cazorla al Arsenal y Rondón que finalmente jugará en el Rubin
Kazan. Además, el central holandés Mathijsen está meditando su salida.
Por contraposición, destaca el caso del francés Toulalan,
quién ha declarado su intención de continuar aún si tiene que renovar su
contrato a la baja, un detalle muy loable. Mención especial para el técnico, Manuel Pellegrini quién a
día de hoy no ha concretado su permanencia pero ha sabido sobreponerse y animar
a sus jugadores.
A falta de pocos días para que la liga empiece, el Málaga no
parece ver la luz al final del túnel. Entre todo este caos, la afición asegura
que siempre estará al lado del club y espera ansiosa un solución inminente que
parece no llegar. Un futuro incierto para un equipo soñador, al que le puede
pasar factura los millones desembolsados para invertir, construir y mejorar el
equipo. Pura contradicción.
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